Thursday, July 21, 2005

FIN DE LA TRANSICIÓN Y COMPROMISO DEMOCRATICO

Por: Carlos Hugo Laruta (*)
CIPCA La Paz



1. La Transición es un periodo histórico excepcional. Vino después del largo tiempo de estabilidad entre 1982 y el 2000 y surgió de la crisis económica y social expresada políticamente en movilizaciones y conflictos sociales. Se fue gestando gradualmente desde este último año, estableció un periodo de precariedad y fragilidad política al afectar la legalidad y legitimidad de las reglas de juego de la política en Bolivia y la Transición buscó resolver la inestabilidad supuesta o real en la relación de las fuerzas políticas fundamentales de nuestro país.



Por la gravedad de la crisis (temas históricos y aspectos coyunturales en cuestión) el periodo duró largos 3 años (2003-2005). Por la fortaleza o debilidad de los actores políticos (cultura política de los lideres y núcleos políticos, capital político acumulado) el periodo se alargó y tuvo rasgos de violencia inusitada que aún permanecen en nuestra memoria. El contexto de polarización ideológica regional sudamericana le puso adicionalmente frente a riesgos mayores. Pero, como la Transición es un periodo histórico que a julio del 2005 va cerrándose, el riesgo de que el conflicto y la inestabilidad se vuelvan crónicos es cada vez menor. La salida, hasta hoy, esta siendo democrática y concertada en combinaciones a veces muy creativas.



2. Los sucesos de junio del 2005 ratificaron el reequilibrio de las fuerzas políticas polarizadas en el escenario nacional. La no sucesión de Vaca Diez y Cossío parece una escaramuza política perdida con posible victoria en la batalla electoral. Con las elecciones próximas de diciembre 2005 irá terminando el tiempo de juego de la izquierda y la derecha radicales. La sensación de fracaso de la dirigencia social izquierdizada que impuso consignas como la “nacionalización” y otras, ahora busca mimetizarse en la inesperada ¿? consulta electoral; el duro contraste final que tuvo esta dirigencia, por ejemplo en El Alto, cuando intentó la permanencia del paro cívico y el bloqueo, podría afectar futuras expectativas (realistas?) de apoyo social electoral.



En este julio, algunos partidos y movimientos descubrieron en el forzado “corralito de Sucre” que el Eje de Agenda acordado (Elecciones Generales) desnudaría numéricamente a todos y que los radicales de uno y otro extremo polarizado podrían estar cuasi liquidados.



3. Si llegamos a diciembre 2005, este mes marcará el fin de la Transición iniciada en octubre del 2003. Ciertamente nada quedará igual y nada volverá a ser como antes. Pero la Transición habrá concluido porque se transparentará la verdad o falsedad del “empate hegemónico” (en el sentido de elementos profundos o superficiales, vastos o circunscritos, de la conciencia colectiva) y se develarán los elementos ciertos de la amplia hegemonía económica, política, filosófica de la realidad y la verdad-mentira parcial de la muerte-renovación política de partidos y líderes, pues algunos de éstos gritarán –y se mirará en números de votos- que no estaban muertos y otros mostrarán que se fueron de parranda definitivamente.



4. Desde el 2000 vivimos varios años de incertidumbres alargadas. Algunos grupos políticos intentaron imponer por la fuerza sus visiones. La democracia hasta ahora mostró ser más fuerte que los sueños de revueltas de alguna izquierda y que los sueños de segregación de alguna derecha. La unidad nacional mostró ser férrea frente al certísimo riesgo de división del país. Hoy, las salidas de fuerza constitucional-militar o militar/constitucional fueron conjuradas. La guerra civil, el caos y el olimpismo bloqueador cedieron como alternativas frente a la concertación política en democracia y se puso la decisión política final donde corresponde en democracia: en la consulta popular.



5. De a poco, va cerrándose la Transición y al finalizar este periodo–en diciembre 2005- nuevamente hará oír su voz ese masivo pueblo que al depositar su voto en las ánforas señalará el horizonte futuro de evolución histórica nacional y abrirá un nuevo periodo histórico post-transicional. El esperado masivo apoyo electoral lo disputarán quienes sepan recoger las profundas certezas hegemónicas del proceso histórico de los 30 años previos de democracia y las combinen “adecuadamente” con las agendas nacidas de los espasmos políticos de octubre 2003 (en el occidente) y enero 2005 (en el oriente).



Si el acto electoral de diciembre del 2005 es verazmente democrático, nada será igual que en la Transición de octubre 2003-noviembre 2005. Todo lo nuevo que salga de las elecciones generales, el nuevo Gobierno, su visión de desarrollo, sus medidas, etc., recibirán el color de las nuevas “cantidades” y “cualidades” de los resultados electorales. Y así debería ser, salvo que ya aparezcan las pulsiones antidemocráticas de querer imponer todo por la fuerza. Es decir que por donde vaya el voto masivo de la ciudadanía, deberían ir también las visiones e interpretaciones de la Constituyente, las Autonomías y el modelo económico de desarrollo.



Y todo esto no implicará nuevos desafíos, sino asumir los ya existentes desde una mirada y un compromiso democráticos, para que la libertad y la justicia sigan avanzando.



(*) Sociólogo alteño, Director de CIPCA La Paz

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